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La mano escondida que mató a los compañeros de Charlie


Artículos de Opinión | Tomas F. Ruiz | 10-01-2015 

Han caído compañeros que hicieron de la risa su imponderable bandera, de la ironía su estilo más puro, de la burla implacable su arma más útil. Las circunstancias en que se ha desarrollado el atentado contra el semanario galo Charlie, no encajan para nada con un supuesto ataque islamista. Examinemos en primer lugar el atuendo de los pistoleros. Ninguno de ellos llevaba, como es habitual en los atentados cometidos por islamistas, un pañuelo palestino o prenda similar rodeándole el cuelo o tapándole el rostro. El pasamontañas con el que se cubrían y la indumentaria que llevaban es más característica de cuerpos de élite expertos que de principiantes terroristas musulmanes.
En segundo lugar están las frases que se atribuyen a los asaltantes. Según han asegurado los supervivientes, los islamistas fueron nombrando uno por uno a los periodistas y ejecutándolos acto seguido…¿En qué atentado fundamentalista de los que se llevan a cabo en los países árabes en conflicto se ha visto esta “delicadeza”? Los grupos islámicos armados que operan en Afganistán, Irak, Yemen o Siria, no se están pasando lista a sus víctimas antes de ejecutarlas: las ponen en fila y disparan a discreción, acabando con la vida de todos los que han tenido la mala suerte de encontrarse en ese momento en el bando enemigo. Su religión se ocupa de hacerles creer que las víctimas inocentes que por error maten, disfrutarán en la otra vida del anhelado paraíso. En el asalto al semanario Charlie, quedaron demasiados supervivientes para haber sido ejecutado por un grupo islamista de este calibre.
En tercer lugar se presenta la asombrosa huída que llevaron a cabo los terroristas tras su repentino atentado. La redacción del semanario Charlie se encuentra en el distrito 11 de Paris, una zona céntrica que va desde el metro la Bastilla hasta el cementerio Pére Lachaise. Estamos hablando de un área con un denso tráfico a cualquier hora del día. Aún así, los terroristas lograron salir del centro de Paris en un tiempo record y alcanzar la periferia sin que ningún control policial los detuviera. Se cree que en menos de una hora ya habían abandonado el último vehículo en el que viajaban por las afueras de Paris y robado uno nuevo. A fecha de ayer, la policía francesa afirma que se ha rendido uno de los sospechosos; las noticias indican, sin embargo, que el joven árabe que supuestamente “se ha rendido”, lo que ha hecho es acudir a la policía inmediatamente, apenas ha descubierto su foto en internet relacionándolo con los terroristas. Asegura no tener nada que ver con el atentado. Tal y como esta matanza ha encendido los movimientos anti islamistas en Francia, el supuesto terrorista consideró más oportuno estar entre rejas que andar libre y suelto por las calles francesas.
En último lugar, la circunstancia de que uno de los terroristas se dejara “olvidado” su DNI en el asiento trasero del coche es ya de risa (con perdón, pues sé que, aunque ya no estén con nosotros, todos los compañeros periodistas asesinados harían un chiste de esta inverosímil circunstancia). De esta forma, con la identidad de uno de sus más peligrosos miembros confirmada, ha quedado definitivamente consolidada la hipótesis de que este atentado ha sido perpetrado por Al Quaeda.
Hace ya dos días que se cometió el atentado, he repasado una y otra vez la red en varios idiomas europeos (menos el árabe, que lamentablemente no conozco) y aun no ha aparecido ningún comentarista que haya sacado a la luz estos insólitos datos sobre el atentado… ¿Pero qué nos pasa a los periodistas europeos?... ¿Es que ni uno sólo se va a atrever siquiera a sugerir que este atentado no presenta el sello fundamentalista sino que, mucho más claro y evidente, tiene toda la pinta de haber sido planificado por los servicios secretos norteamericanos?
¿Y si la mano que mece la cuna de la bestia terrorista, las siniestras mentes que han planeado este atentado en París, son las mismas que volaron por los aires las Torres Gemelas de Nueva York, las mismas que pusieron los explosivos en la estación londinense de Charing Cross, las mismas que planearon -o sugirieron llevar a cabo- los atentados de Atocha en el Madrid del año 2004… Evidentemente, como periodista que soy, no creeré una palabra de quien afirme estas acusaciones mientras no se presenten pruebas concluyentes. Tengo que lamentar que en España –de donde lamentablemente me encuentro alejado por estar amenazado de muerte y gozar de impunidad judicial mis acosadores-, aún ningún periodista se ha atrevido a husmear entre las cenizas para comprobar los contactos que hubo entre Aznar y G. W. Bush en las semanas previas a los atentados del 11-M. Hay un compañero informador –de nacionalidad australiana por más señas-, que en su día presentó pruebas muy concretas de las más increíbles atrocidades que habían sido programadas en dependencias oficiales norteamericanas. Hoy este periodista está refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, a la espera de que los perros que lo acechan le permitan circular libremente.

En cabecera de todos los periódicos internacionales se publicó ayer el texto de sufrida condolencia del presidente norteamericano a los franceses. Este texto, manuscrito por Barack Obama en el libro de pésame abierto en la embajada francesa en USA, deja bien claro cuál es el propósito último de toda esta macabra maniobra: “Como aliados a través de los siglos, nos unimos a nuestros hermanos franceses para asegurarles que se hará justicia y que nuestra forma de vida será defendida”… ¿Hay alguien aún que dude de que este atentado se va a utilizar como excusa para organizar matanzas en el Oriente Medio que van a dejar “en mantillas” a las que perpetraron nuestros antepasados, los gloriosos cruzados?

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